Che, ¿no te pasa que cada vez conocés menos gente que tenga hijos? O sea, antes era normal que tu tía tuviera cinco pibes y ni se despeinara. Ahora, si alguien tiene uno ya es como “¡guau, qué valiente!”. Y si tiene dos, ya está, una guerrera.
La verdad es que la tasa de natalidad en Argentina, como en muchos países, viene bajando hace años. Y no es casualidad. No es que nos dio fiaca tener hijos, sino que hay un montón de razones (algunas obvias, otras medio ocultas) que nos llevan a esto.
¿Por qué cada vez nacen menos bebés?
Primero lo básico: tener un hijx es caro. CARO con mayúsculas. Desde los pañales hasta el colegio, ni hablar si pensás en alquilar un dos ambientes para no dormir con el bebé arriba de la cabeza. El costo de vida subió un montón y los sueldos, bueno… digamos que no acompañan. Entonces, muchas mujeres (y personas gestantes en general) la piensan dos, tres, diez veces antes de encarar algo tan grande como maternar.
Después está el tema del tiempo. Hoy muchas mujeres priorizamos nuestros proyectos, laburos, viajes, libertad. No porque seamos egoístas, sino porque por fin estamos pudiendo hacer cosas que antes nos estaban medio vedadas. Y ojo, no es que no queramos ser madres, muchas sí lo desean, pero no a cualquier precio, ni en cualquier momento.
También influye la inseguridad laboral. ¿Quién se toma una licencia por maternidad tranquila cuando sabés que te pueden rajar por cualquier cosa? Y ni hablar del rol de los varones: aunque algunos están más comprometidos, sigue habiendo una carga enorme sobre nosotras.
Por otro lado, están las razones más emocionales o incluso filosóficas. Muchas personas sienten que traer un hijx a este mundo es una locura: crisis climática, violencia, incertidumbre… Y sí, hay días que te levantás, ves las noticias y pensás: “¿Para qué meter a alguien más en este quilombo?”
¿Y entonces? ¿Nos extinguimos?
Bueno, tampoco para tanto. Pero si la tendencia sigue así, en unas décadas vamos a tener una población envejecida, con poca gente joven, menos fuerza laboral activa, menos aportes jubilatorios… En fin, un problema social y económico heavy.
Entonces la pregunta es: ¿cómo hacemos para revertir esto?
Una opción es fomentar políticas públicas que hagan más fácil y accesible tener hijos. Guarderías gratuitas, licencias más largas y compartidas, apoyos económicos reales, viviendas asequibles… Hay países que lo hacen y les va bastante bien. Mirá a los nórdicos, por ejemplo. No son perfectos, pero al menos te bancan un poco en el camino.
Otra idea es abrir más el debate sobre los nuevos modelos de familia. Hoy ya no es solo “mamá + papá + bebé”. Hay familias monoparentales, homoparentales, ensambladas… Si ampliamos la mirada, capaz muchas más personas se animan a maternar o paternar sin sentirse atadas al modelo tradicional.
Inseminación artificial: ciencia al rescate
Y ahora hablemos de las soluciones más tech. La inseminación artificial ya no es novedad, pero sigue siendo una herramienta clave para muchas personas que quieren ser madres (o padres) y no pueden de forma natural. Lo loco es que, aunque parece una solución “cara”, a la larga podría ser parte de una política pública más accesible.
Imaginate que el Estado subsidie tratamientos de fertilidad para quienes realmente los necesitan. Sería un golazo. Porque hay muchas mujeres que quieren pero no pueden por cuestiones médicas, edad o simplemente porque no tienen una pareja varón. Y merecen tener las mismas chances.
¿Y si clonamos gente? (Bueno, tranqui, es solo una idea)
Y acá me pongo medio Black Mirror, pero… ¿y si un día llegamos al punto de clonar humanos? Sí, ya sé, suena a ciencia ficción total, pero hace no tanto tiempo también parecía imposible mandar un mensaje al otro lado del mundo en dos segundos, y miranos ahora.
La clonación, más allá de la ética (tema enorme que da para otro artículo), podría ser una forma de preservar ciertas líneas genéticas, o incluso de “crear” hijos sin reproducción sexual. Da miedo, sí. Pero también plantea una pregunta interesante: ¿hasta dónde estamos dispuestos a llegar para sostener la existencia humana?
En resumen
La baja natalidad es un temazo. No tiene una sola causa ni una única solución. Es social, económica, emocional, biológica y hasta filosófica. Y no es solo “un problema de mujeres”: es un asunto colectivo que afecta a toda la sociedad.
Capaz no tengamos que llegar a clonar bebés para salvarnos. Pero sí necesitamos repensar cómo vivimos, cómo nos relacionamos y qué mundo queremos dejar para los que (tal vez) vengan. Porque sí, es difícil, pero también hay algo hermoso en imaginar un futuro donde ser madre no sea un acto de resistencia sino una elección libre, amorosa y acompañada.
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